«Todo el mundo en Avalon Falling era guapo, rico y seductor. Es justo lo que el público quería ver: gente guapa y rica… despedazándose entre sí. A veces, en un sentido literal».
Joan Colby (Gabriella Santana en Avalon Falling)
Es una mañana como otra cualquiera. Los rayos de rol entran francos y radiantes por los ventanales de tu impresionante ático, uno de los cinco que tu familia posee en el centro de la ciudad. Mientras un par de criados te enfunda en un traje a medida confeccionado por el mejor sastre del país, el resto del servicio termina de preparar un desayuno que cuesta lo que una familia de clase media invierte en comida en dos o tres meses. Para cuando saboreas ese café que traen expresamente de la plantación colombiana que compraste el año pasado, tus ojos pasan de forma intermitente de la gigantesca pantalla de televisión que ofrece las noticias financieras de la mañana a los titulares de los periódicos que se apilan sobre una mesa de caoba y hablan de la última heroicidad protagonizada por vuestro selecto club. Los textos están bien redactados; casi ni se nota que tu familia sea la principal accionista de todos esos periódicos. Tu asistente personal te pregunta entonces qué coche han de preparar… ¿El elegante Rolls de los domingos? ¿El Bentley con tapicería de cuero de rinoceronte? ¿O quizás uno de esos nuevos deportivos italianos que adquiriste ayer de una tacada, por un tonto capricho? Sonríes. Hoy te sientes con energía. Así que, mientras te dispones a saltar desde lo alto de la terraza, le respondes a tu secretario que no hará falta que saquen ningún coche. Hoy irás volando a la junta de accionistas.
Si hubo un género televisivo que arrasó durante la primera mitad de los años ochenta, ese fue el de los culebrones de altos vuelos. Hablamos de series como Dallas, Dinastía o Falcon Crest, productos televisivos de fácil consumo que retrataban los dramas y las pasiones que vivían los más ricos. El lujo y el glamur se entremezclaban con rocambolescos triángulos amorosos y oscuros secretos familiares para alumbrar a un género que mantuvo a millones y millones de espectadores pegados al televisor de todo el mundo.
Pero si hay una serie dramática que de verdad rompió moldes en aquella época, entonces tenemos que hablar de Avalon Falling. Parcialmente eclipsada por la popularidad de las otras grandes, y pese a que «solo» resistió en antena tres temporadas, Avalon Falling destaca por haberse atrevido a llevar este tipo de series un nivel más allá. Y es que los famosos y extremadamente pudientes protagonistas de Avalon Falling tenían algo más que dinero, empresas o viñedos: ¡tenían poderes superheroicos! Una serie así tal vez resultara algo atípica para el espectador medio, pero había un lugar donde, por sus pecualiares características, estaba destinada a batir todos los récords de audiencia (y lo hizo): Nuevo Los Ángeles, la ciudad en donde los divergentes están socialmente aceptados. En efecto, Avalon Falling fue un fenómeno de masas en Nuevo Los Ángeles, la megaurbe en la que, recordemos, se ambienta el juego de rol The Weird (cuya campaña de mecenazgo es inminente).
La naturaleza de Avalon Falling como serie televisiva «de culto» (de hecho, hoy es prácticamente imposible hallar cualquiera de sus capítulos en ninguna plataforma de contenido), ha facilitado a Walhalla Ediciones contactar con los actuales poseedores de sus derechos y hacerse con ellos… ¡para sacar así el juego de rol oficial de esta mítica serie! ¡No podíamos estar más contentos! Por si fuese poco, Ismael Díaz Sacaluga se ha encargado de desarrollar el manual. Era la elección más obvia, pues Ismael no es solo el autor de The Weird, sino también un fan absoluto de la serie, y nadie mejor que él para crear un juego que, estamos convencidos, constituirá un hito en el panorama rolero español.
En Avalon Falling, la mayoría de los protagonistas forma parte de la más exclusiva élite de los Estados Unidos, ese 0,1 % que ostenta más del 90 % de la riqueza del país. No es casualidad que se trate del mismo 0,1 % de la población por cuyas venas fluye un poder ancestral que lo hace poseedor de increíbles capacidades sobrehumanas. ¡Sí, hablamos de superhéroes! Desde el principio de los tiempos, los llamados «avatares» han transmitido sus dones de amante en amante a través de la pasión y de padres a hijos a través de la sangre. A lo largo de la historia, los avatares han ostentado el poder político, económico y social en cada época histórica, ya sea ejerciendo dicho poder como faraones y emperadores de la Antigüedad o como nobles y reyes en las Edades Media y Moderna. En la época contemporánea, y muy especialmente a principios de la década de los años ochenta del siglo XX, las familias de los avatares controlan grandes conglomerados financieros e industriales y lideran naciones a lo largo y ancho del planeta, siendo la mayoría de ellos terratenientes, multimillonarios y celebridades sociales.
Por descontado, los jugadores de Avalon Falling, esclavos de sus pasiones (título definitivo del juego de rol), pueden formar parte de esa élite social y económica y gozar de increíbles poderes cuyo uso los coloca muy por encima de los humanos… pero cuyo abuso entraña también terribles riesgos que hay que tener en cuenta. Y es que los avatares que utilizan sus poderes sin freno acaban convirtiéndose en «transfigurados», aterradores monstruos psicópatas y supervillanos que solo dejan sangre, dolor y destrucción a su paso.
Como jugador, la otra opción es la de ponerte en la piel de un simple humano y experimentar lo que significa convivir con individuos que te miran por encima del hombro, y no solo por una mera cuestión de riqueza o posición social. El juego explora la desigualdad entre los que tienen el poder y los que carecen de él… en un sentido literal. El hecho es que los superpoderosos conviven con los humanos, algunos de los cuales forman parte de sus consejos de administración o son sus secretarios o asistentes privados, personajes estos que también se pueden interpretar.
«¿Va todo bien?
Ella lo mira con un atisbo de inquietud desde el umbral del cuarto de baño, aún desnuda… y tan hermosa. Aguarda su respuesta con el ceño fruncido, pero jamás podrá imaginar que mañana, a esa misma hora, estará muerta por culpa de la bomba que él mismo está a punto de colocar en su maletín. Lo hará en cuanto ella cierre la puerta del baño, tan solo unos pocos minutos después de haber hecho el amor. Eric se limita a sonreír, como quien resta importancia a un tonto pensamiento pasajero.
Oh, nada, mi amor. Solo pensaba… en lo mucho que te quiero».
(Avalon Falling, 3×06. El Pueblo contra Obadiah Collins)
Aunque hayamos mencionado algunos de los culebrones de altos vuelos más populares de los ochenta como principal fuente de inspiración para Avalon Falling, es cierto que dichas producciones han envejecido y pueden parecernos, a día de hoy, un tanto inocentes. Por ello, a la hora de buscar referencias más próximas en el tiempo, Avalon Falling tal vez se parezca más a House of Cards, con sus maquiavélicas pugnas por el poder, o a Succession, a cuyos protagonistas solo les falta ostentar poderes superheroicos para formar el elenco perfecto para una campaña de Avalon Falling. Por otro lado, las rivalidades y tensiones entre grandes casas de Juego de Tronos recuerdan poderosamente a las luchas entre las familias de nuestra serie favorita, con ciertos elementos sobrenaturales y fantásticos de por medio.
Al margen de todo esto, el juego de rol de Avalon Falling, esclavos de sus pasiones te permitirá mucho más que emular los momentos dramáticos y pasionales de la serie original; al no estar más limitados que por su propia imaginación, los jugadores pueden, si así lo desean, poner el acento en aspectos que eran dejados en segundo plano en la serie de televisión. Nos referimos, por supuesto, a esas mutiladas escenas de acción donde los protagonistas avatares hacían gala de sus poderes en toda su gloria. ¡Se acabó el dejar todas esas secuencias en off para comprobar luego las consecuencias de sus actos! ¡Ahora podremos disfrutar de auténticos enfrentamientos entre avatares sin temor a las evidentes limitaciones presupuestarias de la producción televisiva!
«¿Por qué no vienes a mi hotel y hablamos del asunto, cenando como buenos amigos?
Oh, me encantaría, de verdad. Pero, ¿sabes Obadiah? No me seduce la idea de acudir a esa cena, beber un vino que estará demasiado caliente, pedir un filete que llegará demasiado hecho y que de postre intentes obligarme, con ese nuevo poder tuyo de sugestión mental, a pegarme un tiro en la sien con la pistola que tú mismo me habrás pasado segundos antes por debajo la mesa.
¡¿Cómo has…?!
Puedes llamarlo ‘visión de futuro’ para los negocios, Obadiah».
(Avalon Falling, 3×08. Matar al padre)
Como no podía ser de otra forma, el sistema de juego de Avalon Falling, esclavos de sus pasiones emplea los mismos dados que su juego «madre», The Weird. De este modo, contaremos con dados de impacto limitado (dados menores), normal (dados medios) y superior (dados mayores). Las mecánicas Powered by the Weird se modifican ligeramente con el objetivo de transmitir todo el sabor de un buen culebrón televisivo, de manera que giren en torno a tres conceptos clave: los rasgos de personaje (que pueden ser humanos o sobrenaturales), sus irrefrenables pasiones y sus oscuros secretos.
En primer lugar, los rasgos humanos permiten, junto con sus etiquetas asociadas, intercambiar dados menores por dados medios, mientras que los rasgos sobrenaturales, exclusivos de los personajes avatares, hacen posiible añadir dados mayores a cualquier tirada. Por supuesto, existen reglas para plasmar esa terrible transfiguración que puede llegar a convertir a nuestro protagonista avatar en una monstruosidad psicótica y supervillana.
En segundo lugar, las pasiones son algo mucho más potente que una simple guía para saber qué siente nuestro personaje por el resto de los protagonistas de la serie. En consonancia con el título con el que Avalon Falling fue traducido en el mundo hispanohablante, los personajes son auténticos «esclavos de sus pasiones». Esto significa que siempre deben actuar de acuerdo con ellas, pero también que los jugadores no pueden modificar tales pasiones a su antojo (al menos en un principio). Lo que sí podrás es manipular las pasiones ajenas, lo cual resulta rabiosamente divertido e impulsa a los personajes a llevar a cabo acciones impulsivas y osadas, destinadas siempre a impresionar, intimidar o enamorar al blanco de nuestra pasión… O a envenenar el oído de otros para modificar lo que opinen sobre un tercero.
En tercer y último lugar, los secretos de los personajes jugadores representan los trapos sucios con los que todo buen protagonista de Avalon Falling cargaba a cuestas. Estos secretos constituyen una importante fuente de recursos que los jugadores pueden usar para mejorar sus tiradas y, a la vez, representan una espada de Damocles que pende sobre ellos, pues si un secreto es destapado a la luz pública no solo se pierde como fuente de recursos, sino que puede entrañar consecuencias terribles para el personaje. Cuantos más secretos, más recursos… y más riesgos. De esta forma, los jugadores tendrán que esforzarse por alcanzar un delicado equilibrio entre su afán por descubrir secretos ajenos (labor que genera recompensas) y su necesidad de ocultar los propios, en un ejercicio de malabares cuyo fracaso dirigirá la historia a situaciones aún más complicadas, impulsando la trama en la dirección más intensa y dramática posible.
«Así que planeas casarte con la mujer que ha estado arrastrando el buen nombre de nuestra familia por el fango… Si tan buena idea te parece, hermanito, ¿puedo preguntar por qué me has tenido al margen de TODO?
Ya sabes, Jezabel… la última vez que hice algo que no te gustó, mi Aston Martin con salpicadero de ébano acabó atravesando la cristalera de mi despacho. El del piso treinta».
(Avalon Falling, 1×21. Campanas de Boda, parte I)
Avalon Falling, esclavos de sus pasiones representa una oportunidad única para aquellos jugadores que disfrutan con el desarrollo profundo de sus personajes, experimentando su transformación episodio a episodio, tanto a un nivel puramente emocional (a través de las pasiones) como argumental (a través de los secretos que va descubriendo o acumulando)… ¡como mecánico! (a través del peligroso proceso de transfiguración, que despierta nuevos poderes al coste de ir perdiendo humanidad). Avalon Falling, esclavos de sus pasiones es un juego de rol de mecánicas simples, efectivas y portentosamente diseñadas, que permiten al director de juego confeccionar apasionantes situaciones dramáticas a la medida de los personajes de los jugadores con sorprendente facilidad, de modo que sean los mismos jugadores quienes muevan la ficción a través de las acciones de unos personajes impelidos por sus pasiones y sus secretos. Una experiencia lúdica, en suma, en la que tanto los jugadores como el director de juego acabarán asumiendo, sin darse cuenta, el papel de espectadores de la mítica serie de los 80, disfrutando de las escenas que se vayan desarrollando exactamente igual a como lo hacían los televidentes cada vez que se sentaban con avidez delante del televisor. ¡Un juego que no te puedes perder!
«No perdones y nunca olvides. Acaba con los demás antes de que ellos acaben contigo. Y, por supuesto, nunca te sacrifiques por una gran verdad cuando pueda salvarte una pequeña mentira».
J.R. Hagman (Richard Pendragon en Avalon Falling)